Historia

Antecedentes de la Revolución Mexicana y sus principales caudillos

Entre 1876 y 1910 tuvo lugar en México una expropiación generalizada de tierras comunales. Los campesinos que fueron despojados de sus tierras pasaron de ser pequeños productores a ser reserva de mano de obra. Su salario real disminuyó frente al incremento de precios que mermó su poder adquisitivo. La mayor cantidad de tierras expropiadas estaban ubicadas en la zona centro del país que además era la zona más densamente poblada mientras que la zona norte y sur tenían muy poca densidad poblacional.

Hacia finales del Siglo XVIII y principios del XIX existían en México diferentes modalidades de trabajo agrícola: peones acasillados, trabajadores temporales, arrendatarios y medieros. Los peones acasillados o peones de residencia vivían en la hacienda y eran una minoría dentro de la misma. La mayoría eran trabajadores agrícolas, pero también vaqueros y pasteros podían ser acasillados. La fuente de ingresos de los acasillados variaba entre hacienda y hacienda. Incluso, dentro de la misma hacienda no a todos los peones se les pagaba de la misma forma.

Dentro de estas fuentes de ingreso se encuentra el pegujal (una parcela de tierra que el hacendado cedía al peón), una ración de maíz anual, la posibilidad de apacentar sus animales y el salario. La principal obligación de los peones de residencia era labrar la tierra, pero también se les encargaba cuidar el ganado, algunos trabajos domésticos e, incluso, defender la hacienda. Entre los peones acasillados había algunos que gozaban de ciertas deferencias o privilegios concedidos por el hacendado: los peones acomodados.

Los trabajadores temporales o eventuales realizaban la mayor parte del trabajo. Su origen era diverso: algunos vivían en aldeas cercanas, otros tenían sus tierras y buscaban complementar su ingreso, otros venían de lejos y vivían en la hacienda. A los trabajadores eventuales se les pagaba un salario y en algunas haciendas les permitían hacer uso de algunas tierras. Esta modalidad de trabajo predominaba en la zona norte y en el centro del país.

Los arrendatarios o aparceros vivían en la hacienda y labraban extensiones de tierra más grandes que los peones residentes. Los ingresos de los arrendatarios eran los obtenidos de la cosecha. De la cual debían dar al hacendado un porcentaje a cambio del usufructo de la tierra. Algunos pagaban a la hacienda con dinero o en especie. Los medieros vivían en la hacienda o en aldeas cercanas a la misma. Los medieros al rajar eran dueños de sus propios aperos y de sus animales y entregaban la mitad de la cosecha al hacendado. Los medieros al quinto utilizaban los aperos de la hacienda y recibían la mitad de la cosecha menos un quinto que se quedaba el hacendado por concepto del uso de los instrumentos de labranza

Es importante señalar que la mayor parte de levantamientos no eran organizados por peones acasillados; en parte porque entre ellos y el hacendado existían ciertos lazos de dependencia. De hecho, las haciendas eran defendidas principalmente por los peones y los vaqueros. Las condiciones laborales de las haciendas eran heterogéneas y las modalidades de trabajo preminentes varían entre una zona del país y otra.

En la zona sur del país aumentó la demanda de productos tropicales y entre 1877 y 1910 aumentó considerablemente la producción de caucho, café, tabaco, henequén y azúcar. La forma en la que las haciendas de la zona sur aumentaron su productividad fue por medio de la contratación de trabajadores ya que con la expropiación generalizadas de las tierras comunales se creó una amplia reserva de mano de obra que abarató su costo haciéndola más rentable que invertir en maquinaria para aumentar la productividad y satisfacer la creciente demanda de productos tropicales. Los trabajadores contratados eran trabajadores voluntarios o llegaban a la hacienda por haber sido deportados. Entre los deportados se hallaban indígenas de zonas fronterizas que se resistían a la confiscación de sus tierras como los Yaquis de Sonora. También eran deportados y enviados a las haciendas de la zona sur los opositores al gobierno de Porfirio Díaz así como los delincuentes pobres que no podían pagar el soborno para no ser deportados. Durante el gobierno de Díaz la vagancia estaba tipificada como delito por lo que muchos vagos eran enviados a las haciendas de la zona sur. Entre los trabajadores voluntarios se hallaban campesinos desposeídos, trabajadores desempleados de la zona centro del país y los denominados “enganchados” que eran inducidos a firmar contratos estando ebrios.

Si bien los primeros años del gobierno de Díaz las condiciones de los acasillados eran mejor que la de los trabajadores contratados, poco a poco las diferencias entre estas dos modalidades de trabajo se fueron desvaneciendo. Lo obtenido de la labranza del pegujal, concedido a los acasillados, resultaba insuficiente y la deuda fue el mecanismo legal empleado para retener a los trabajadores en las haciendas del sur. Según Katz estas condiciones de trabajos símiles a la esclavitud obedecen a varios factores; entre ellos, el incremento de la demanda de productos tropicales y el surgimiento de medios de transporte que unieron las plantaciones con los mercados. Un número cuantioso de campesinos desposeídos provenientes del centro, la falta de sectores industriales y mineros en la zona sur del país y el papel decisivo de cuerpos gubernamentales tales como los rurales que perseguían a los peones fugitivos.

A diferencia de la zona sur, cuyas cosechas estaban destinadas a la exportación, en la zona centro se producía para el mercado doméstico (maíz, trigo, pulque). En el centro sobraba la mano de obra debido a que era la zona más densamente poblada y a la expropiación de las tierras comunales que dejaron a una gran cantidad de campesinos sin tierras para labrar. De esta gran cantidad de campesinos desposeídos solo un mínimo porcentaje fue absorbido por la incipiente industria del centro del país. En la zona centro la demanda aumentó, pero la producción disminuyó generándose así la necesidad de importar productos básicos como el maíz. Los hacendados de la zona centro descargaban los efectos de las fluctuaciones del mercado sobre los peones, sobre los aparceros y medieros. A los peones les vendían más caro sin aumentarles el salario perjudicando su poder adquisitivo. A los medieros y aparceros les subieron los precios del usufructo. En la zona centro el peonaje por endeudamiento no era tan latente como en la zona sur del país. En las haciendas azucareras de Morelos la mayoría de los trabajadores eran temporales y no estaban atados a la hacienda por deudas. Los acasillados de la zona centro estaban en mejores condiciones que los de la zona sur.

En la zona norte del país abundaba la tierra y escaseaba la mano de obra y había pocas aldeas indígenas que expropiar. La zona suponía el reto de estar cerca de la frontera lo que facilitaba a los peones endeudados escapar y que en las minas contrataban a peones fugitivos.  Estos factores influyeron para que en la zona norte del país los sueldos fueran más altos, las rentas para los medieros fueran más bajas y algunas haciendas recurrieron a estrategias paternalistas. Ejemplo de esto fue la hacienda la Laguna en la que Francisco I. Madero instaló escuelas y servicios médicos.

Las parcelas alquiladas eran mucho más grandes y los arrendatarios podían obtener excedentes constituyéndose así una clase media agrícola. En las haciendas ganaderas del norte predominaban los trabajadores permanentes: vaqueros y pastores. Por otra parte, surge un nuevo tipo de trabajador semi-industrial, semi-agrícola. Dado que las lluvias eran más irregulares y dada la cercanía de industrias y minas, el campesino del norte podía trabajar un tiempo en la hacienda, trabajar en las minas y cruzar la frontera. Eran trabajadores temporales en las haciendas. Su situación era inestable y precaria y su situación se volvía desesperada cuando en tiempos de crisis era general. Situación ocurrida en las vísperas de la Revolución mexicana y que explica, en parte, la notable participación de los trabajadores agrícolas del norte de México en la fase inicial de la Revolución.

Para el estío de 1914 había en el territorio nacional miles de jefes militares agrupados alrededor de tres personas. Por un lado, Venustiano Carranza al frente del ejército constitucionalista integrado por propietarios, pequeños burgueses, políticos, burócratas de las ciudades y caciques de los pueblos. Según Meyer el Constitucionalismo de Carranza “inauguraba un régimen semi feudal en el que los señores de la guerra se atragantaban con una terminología revolucionaria al tiempo que se repartían los bienes de los porfiristas” (Meyer: 76). El área geográfica en donde se asentó la facción dirigida por Carranza era la Ciudad de México y sus costas.

Por otro lado, estaba la División del Norte y formaban parte de ella jinetes llegados de Chihuahua, y de la frontera, pioneros, mineros, vaqueros tanto mexicanos como extranjeros. Al frente de la División del Norte estaba Francisco Villa quien además fue el principal adversario de Carranza. Su área iba del centro del país hasta la frontera con EEUU.  Por último, en la zona sur de México lideraba Emiliano Zapata apoyado por los pueblos indígenas. Se aliaron con Villa ya que veían en Carranza un enemigo común.

El papel de EE. UU. en el movimiento de la revolución mexicana fue de una gran trascendencia. El gobierno de Thomas Woodrow decidió negar su reconocimiento diplomático a las facciones políticas asentadas en México e instó a los revolucionarios a organizar elecciones democráticas para que el pueblo eligiera a sus representantes. Sin embargo, a pesar de ese pronunciamiento diplomático apoyó al ejército de Carranza: cerrándole la frontera a Villa, negándole préstamos y limitando su acceso a armamento.

La convención de Aguascalientes fue un primer intento por instaurar un régimen constitucional en el convulso México revolucionario. La Convención nombró presidente a Eulalio Gutiérrez Ortiz, quien ocupó el cargo de noviembre de 1914 a enero de 1915. Bajo el mandato de Eulalio Gutiérrez, Francisco Villa retomó el mando de la División del Norte. Los zapatistas esperaban a Villa en la Ciudad de México tras el desfile triunfal de la División del Norte fue tomada la famoso fotografía de Eufemio Zapata y Francisco Villa sentados en la silla del presidente Porfirio Díaz. Tras la convención de Aguascalientes y el nombramiento de Eulalio Gutiérrez como presidente las tropas obedecían a sus jefes y éstos a nadie. Al respecto, Meyer señala que “si la convención quería triunfar, necesitaba deshacerse de Villa y                de Zapata, como lo había hecho de Carranza”.

El fracaso de la convención de Aguascalientes derivó en la Gran Guerra de 1915 para este enfrentamiento, todos los enemigos que había hecho Villa se habían aliado con Carranza. Álvaro Obregón hizo uso de sus habilidades conciliadoras y se apresuró a recuperar el apoyo de los antiguos convencionistas y hacía lo necesario para retomar Puebla.

La Gran Guerra comenzó con la entrada de Obregón a la Ciudad de México y el enfrentamiento se libró entre enero de 1915 y julio de ese mismo año. La lucha entre Obregón y Villa tiene lugar al centro del país y a lo largo de las vías férreas. Obregón recibió el apoyo de EE. UU. en lo que respecta a armamento y municiones, pero se hallaba en desventaja de hombres por lo que su estrategia militar consistió en atrincherarse y hacer que la División del Norte gastara sus cartuchos (los cuales eran escasos a partir de la determinación de EE. UU. de limitar el acceso de Villa a préstamos y armamento). Los generales de Villa perdieron en el Ébano (cerca de Tampico). Dentro de la Gran Guerra de 1915 la batalla más grande fue la Batalla de la Trinidad que duró del 29 de abril al 5 de junio sobre un frente de 50km entre León y Silao. A pesar de que Villa tomó Silao y encerró peligrosamente a los Carrancistas perdió la batalla al final. La derrota de Villa se debió a la falta de municiones y al caso omiso que hizo del consejo que le diera el General Ángeles de pelear al norte. Francisco Villa reapareció en Chihuahua con un ejército reunido de la nada y fue vencido en Agua Prieta ya que EE. UU. autorizó a las fuerzas Carrancistas llegar como refuerzos por Arizona. Tras esta derrota muchos villistas se dispersaron y se dedicaron al bandolerismo y la rapiña. En el sur, Zapata continuaba su lucha sin esperanzas contra el ejército federal de Carranza. El 10 de agosto de 1919 Emiliano Zapata es asesinado.

El Carrancismo victorioso instaura una Constitución en un país agotado por la guerra. Representantes del Carrancismo se reunieron en Querétaro y entre noviembre de 1916 y febrero de 1917 redactaron la Constitución que regiría los designios del Estado que emergía de la revolución. Obregón presionó a los Carrancistas para cumplir el pacto hecho con los sindicalistas y así el texto constitucional contempla una serie de prerrogativas y protecciones a los trabajadores consagradas en el artículo 123 constitucional. Por su parte, Pastor Rouaix, Luis Cabrera y Andrés Molina impulsaron medidas agrarias; de igual forma, gracias a ellos el texto constitucional retoma la noción romana de que el subsuelo pertenece a la nación. En lo político, reforzaba el centralismo, reforzaba la autoridad del ejército y fortalecía el estatismo.

De esta multiplicidad de sectores e intereses, surgió una constitución que pretendía ser la base jurídica de un movimiento político convulso. Sentó las bases de una serie de ideales y de un aparato discursivo que delineará las pautas del actuar político de los gobiernos mexicanos del siglo XX.

 

Fuentes:

“La servidumbre agraria en México en la época Porfiriana”, Friedich Katz

“La revolución mexicana”, Jean Meyer

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